MESTIZAJE LATINOAMERICANO
Diego Irarrazaval *
Resumen:
En el acontecer histórico de Chile y América Latina resaltan rasgos mestizos, interculturales, sincréticos. No es algo racial ni una síntesis estática. Elementos diferentes se conjugan e interpelan unos a otros. Son procesos biológicos, sociales, simbólicos. Pueden ser asumidos positivamente en la acción y reflexión cristiana. Al optar por las mayorías mestizas, frágiles y discriminadas, estamos al servicio de la Vida que es polifacética. La teología ve la potencialidad y la ambivalencia en los procesos mestizos.
Abstract:Mestizo, intercultural, syncretic phenomena are very important in Chile and Latinamerica. It is not a matter of races and cultural synthesis. Rather, different biological, social, symbolic elements are able to interact and challenge each other. They can be approached positively by christian action and thinking. When most people who are mestizo suffer discrimination, we may make an option for Life that is pluridimensional. Theology acknowledges that mestizaje has its potentiality and its ambivalence. Key words: History. Intercultural identity. Mestizaje. Chile within Latin America.
Los diversos modos de ser mestizo constituyen una energía policromática y promisoria. No es algo del pasado entre indios y blancos, ni mera juxtaposición de colores, ni una síntesis actual que borra las diferencias. Más bien se trata de procesos interactivos, que generan nuevas realidades e intercambios entre grupos diferentes. Pueden pues contribuír a un mejor porvenir latinoamericano, que sea policromático y emancipador.
Durante muchos años he esquivado el mestizaje; deseo comenzar a asumir una deuda conmigo y con otras personas. A uno le cuesta encarar algo devaluado y reprimido como es la condición mestiza. Muchos prefieren una identidad cuadrada. Es arduo el dialogo entre diversas facetas que constituyen a cada persona. Se rehuye lo que fluye y es impredecible.
Me sumo a quienes reafirman lo propio y a la vez aprecian a quienes son diferentes, y así visualizan una mayor humanización. 1- Unas inquietudes
Cabe superar la aporía de pensar y actuar con disyuntivas absolutas que no permiten caminar. Me explico: superar la disyuntiva entre lo autóctono y la modernidad, o poner lo auténtico por un lado y lo mezclado por otro lado, o segregar lo global de lo local. Tales disyuntivas implican desconocer encuentros y conjugaciones entre elementos diferentes.
Cabe superar la aporía de pensar y actuar con disyuntivas absolutas que no permiten caminar. Me explico: superar la disyuntiva entre lo autóctono y la modernidad, o poner lo auténtico por un lado y lo mezclado por otro lado, o segregar lo global de lo local. Tales disyuntivas implican desconocer encuentros y conjugaciones entre elementos diferentes.
Quiero ver claroscuros. Quiero ver lo propio desde lo diferente (que también es parte de uno). En América Latina somos claro-oscuros en lo subjetivo, lo racial y cultural, lo histórico. En cuanto a lo espiritual, abundan los sincretismos. Por lo tanto, lo mestizo tiene muchas dimensiones; y no se reduce al color de la piel ni a tal o cual costumbre.
Me parece que el mestizaje en parte es una manera de actuar interactivamente y desde los márgenes, y que puede contribuír a una solidaridad local y global. Las mayorías en America Latina (y en el mundo) son mestizas y marginales, y como tales generadoras de sentido y de sueños. Cabe asumir la complejidad, y apartarse de dicotomías cartesianas, de aporías teóricas y prácticas, de disyuntivas sin salida.
Tomo el caso chileno. Ha sido caracterizado como una población homogénea, y hay algunos motivos para decir eso. Pero es étnica, cultural, religiosa y económicamente heterogenea. En cuanto a lenguajes e identidades, de los 16 millones de habitantes, más de 600 mil son mapuches; hay unos 50 mil aymaras, 10 mil quechuas y collas, y otros modos de ser (1). Es significativo que ni en ese censo ni en encuestas es averiguada la identidad mestiza. Permanece oculta y a lo más esta implícita.
En cuanto al factor indígena de la población, es considerado como lo propio de gente mapuche (y de otras minorías) y no como factor que enriquece a las mayorías mestizas de Chile. Durante meses he tratado informalmente estos temas con diversas personas. Salvo excepciones, nada o casi nada de la identidad mestiza es valorada, ni reconocida como aporte hacia el porvenir.
Otra realidad fundante en nuestro continente es la negritud (que sectores militantes llaman ser afrodescendientes). Siendo un factor en la América Latina pluralista que nos envuelve, en mayor o menor grado también es un factor en la vivencia de cada persona. Uno es enriquecido por la negritud presente en las formas religiosas del pueblo; ya sea en Imágenes marcadas por comunidades negras (como el Señor de los Milagros en el Peru, la Virgen Aparecida en el Brazil, y otras imágenes morenas) o bien en rituales de sanación, danzas, músicas y otros símbolos de la negritud.
De modo similar a lo indígena y lo mestizo, no es facil reconocer lo negro, zambo y mulato en la realidad que nos envuelve y que incide en cada ser humano. Se suele sólo atribuír la negritud a quienes tiene tal color de piel, y son descartados los ingredientes de negritud en la cultura cotidiana y en las formas de cristianismo popular que influye en cada persona (tenga o no tenga la piel morena).
Uno desea que las personas de América Latina puedan asimilar y apreciar diversos elementos indígenas, mestizos, negros, asiáticos (y demás) que dinamizan la sensibilidad y el comportamiento intercultural.
2- Aproximación al mestizaje Ciertamente la experiencia es el mejor modo de acercarse a la condición mestiza. Es decir, valorar las complejidad de uno mismo, de diversas raíces étnicas y culturales, y de las actuales redes de intercambio social y mediático que construyen nuestras identidades interculturales.De lo vivencial hay que pasar a lo problemático. Hay varios cortacircuitos, contraposiciones, y cuestiones abiertas que merecen una profundización. Permítanme sólo enunciar cuatro asuntos problemáticos. A) El pensar hegemónico nos predispone contra “mezclas” (consideradas impuras, ambiguas, incoherentes). Más bien es exaltado lo que no tiene manchas ni mezclas. Muchos prefieren imaginarse un caracter monocolor en vez de policromático y pluricultural, y no dar espacio a matices ni a incertidumbres. Lo blanco es un absoluto y hasta un fetiche, que cabe desacralizar.B) También es exaltado lo nacional y latinoamericano (dicho de modo unilateral y homogeneo). Aunque ante las hegemonías del Norte sea muy saludable reforzar las autonomías de cada país y de la macro region, esas categorías no deberían sobreponerse a los pueblos originarios ni a la gama de mestizajes. La condición nacional y latinoamericana es “diferente” de manera plural y no de modo monolítico. No hay que matar diferencias y particularidades.C) En términos conceptuales, existen intolerancias y dicotomías (por ejemplo, lo calificado como objetivo es segregado de lo subjetivo y viciversa). Algunos dualismos son absurdos y grotescos (como la belleza blanca... y la fealdad negra...). La mayor intolerancia es hacia mezclas. Un asunto a seguir trabajando es la perspectiva complementaria de afianzar identidades (originarias, negras, mestizas) y a la vez cultivar la interculturalidad.D) Otra controversia es que lo mestizo sea definido en torno a temas étnicos y culturales. Esto favorece tendencias etnocéntricas que aunque sean bien intencionadas de hecho sacralizan lo particular. Además, vale examinar lo étnico y cultural en correlacion con factores económicos, políticos, religiosos (¡donde también esta lo mestizo!).
Me sumo a quienes ven en el mestizaje procesos polisémicos con complejas dimensiones biológicas, socioculturales, económicas, políticas, espirituales, estéticas. No acepto el (sin)sentido común que reduce lo mestizo a algo físico y estático (a lo europeo blanco combinado con colores autóctonos). Más bien, como ha escrito Sonia Montecino, se trata de “una dinámica que involucra simultáneamente múltiples e intrincados elementos biológicos, culturales, socioeconómicos, y ... aspectos simbólicos” (MONTECINO, 2005:656). No se trata pues de algo racial, ni unidimensional, ni unívoco.
Me sumo a quienes ven en el mestizaje procesos polisémicos con complejas dimensiones biológicas, socioculturales, económicas, políticas, espirituales, estéticas. No acepto el (sin)sentido común que reduce lo mestizo a algo físico y estático (a lo europeo blanco combinado con colores autóctonos). Más bien, como ha escrito Sonia Montecino, se trata de “una dinámica que involucra simultáneamente múltiples e intrincados elementos biológicos, culturales, socioeconómicos, y ... aspectos simbólicos” (MONTECINO, 2005:656). No se trata pues de algo racial, ni unidimensional, ni unívoco.
Constatamos una gama de mestizajes, en América Latina y el Caribe, según regiones y procesos socioculturales. Tenemos zonas urbanas con todas las sangres y estratos socio-culturales, áreas indígena-mestizas, espacios con inmigración antigua o bien reciente, una variedad de mestizajes afro-americanos, y también entrecruzamiento de elementos asiáticos con caribeños y latinoamericanos.
Ante tanta complejidad es comprensible que existan varias aproximaciones a nuestra temática (2). Existe un modo de caracterizar la raza cósmica latinoamericana (y presuponer que ha desaparecido lo indio y lo negro), como lo hace el mejicano Jose Vasconcelo. Al hacer comparaciones históricas, como la que hace Darcy Ribeiro, son señalados pueblos nuevos y mestizos: Brazil, Chile, Colombia, Venezuela. Un enfoque más cultural es el del venezolano Uslar Pietri, que de modo laico aprecia la combinación de elementos crontrapuestos; o bien, un enfoque cultural-religioso, como el del chileno Pedro Morandé, que pone acento en la “síntesis cultural” y en especial en el catolicismo del pueblo. Otro enfoque es sopesar regiones concretas, como lo hace el ecuatoriano Arturo Roig. O bien la lúcida aproximación a mezclas posmodernas, como lo hace Martín Hopenhayn; las mezclas en la comunicación en Red (en la “web”) va transformando lo latinoamericano mestizo, sincrético, híbrido.
Ciertamente es necesario continuar desenvolviendo la comprensión de tipos y ritmos de mestizaje en el actual escenario mundial. También conviene afianzar estrategias de auto-afirmación e inter-culturalidad, a fin de dialogar dentro de procesos globales. En conclusión, el mestizaje no es mescolanza de razas; es algo dinámico y complejo (como lo explica Sonia Montecino); en nuestros pueblos sobresalen el tejido multicolor y el caminar polisémico.
Ya que en ambientes cristianos se ha difundido el esquema de lo correcto y lo incorrecto, de lo auténtico y de lo mezclado (e impuro), conviene reexaminar nuestras experiencias y reflexiones.
3- Mestizaje en las vivencias cristianas Me interesa el factor cristiano en la subjetividad y el comportamiento mestizo. ¿Qué significa en cada persona? En mi caso ¿cómo lo mestizo afecta mi labor profesional, ya sea lo realizado con la población aymara, o bien mis actuales actividades con marginados urbanos? ¿Cómo afecta el ser creyente en Dios, y la elaboración teológica? ¿Soy mestizo en cuanto a lo cultural, y sincrético en cuanto a la religion y espiritualidad? Estas inquietudes se suman a las dichas al inicio.
En cuanto a lenguajes, me preocupan los silencios, y también las negaciones. A menudo callamos o no es explicitado lo más importante: nuestras mezclas culturales y procesos ambivalentes de identidad. En el Cono Sur, las personas ilustradas solemos negar el mestizaje; por otra parte, sectores medios a veces toman en cuenta temas raciales y culturales, y reconocen vínculos con mundos autóctonos. En cuanto a vivencias de fe, silenciamos lo mestizo que esta presente en los cristianismos realmente existentes. También tenemos dificultad para asumir formas espirituales polifacéticas.
En cuanto a lenguajes, me preocupan los silencios, y también las negaciones. A menudo callamos o no es explicitado lo más importante: nuestras mezclas culturales y procesos ambivalentes de identidad. En el Cono Sur, las personas ilustradas solemos negar el mestizaje; por otra parte, sectores medios a veces toman en cuenta temas raciales y culturales, y reconocen vínculos con mundos autóctonos. En cuanto a vivencias de fe, silenciamos lo mestizo que esta presente en los cristianismos realmente existentes. También tenemos dificultad para asumir formas espirituales polifacéticas.
Aunque sea negado, el mestizaje religioso encuentra sus cauces. Existen testimonios lúcidos. Por ejemplo, durante la Colonia, la mejicana Juana Inés de la Cruz manifestaba una mística con rasgos transgresores. Según ella, el cielo esta abajo, y lo divino es asociado a lo femenino: “bajando a María, bajó Dios a mejor Cielo” (DE LA CRUZ, 1996:74),. En tiempos modernos, en Chile Gabriela Mistral conjuga lo terrenal con la Eucaristía. La poetisa alaba su pequeña aldea ya que “en la región, como en la hostia, está el Todo” (QUEZADA, 2004:36). Me parece que a través del arte y la mística puede darse mayor reconocimiento del mestizaje espiritual.
¿Qué ocurre en el terreno teológico? Una inmensa tarea es impugnar el monoculturalismo, sobretodo en ambientes ilustrados cristianos. Estos se apropian de la tradición cristiana pluricultural, y la encierran en una habitación ilustrada. Por eso desconfían y obstaculizan la inculturación, que hace presente el Evangelio en otros universos simbólicos.
En un sentido positivo, valen las lecturas cristianas del mestizaje. Se han dado unos pasos. Juan Carlos Scannone ha anotado el ser pueblo-mestizo sujeto de historia, y la “prevalencia de la unidad sobre el conflicto (sin encubrirlo)”, que son factores que “corresponden al sentido cristiano de la vida” y que están en continuidad con concepciones bíblicas (SCANNONE, 1990:187-9). Algunos escritos (de Elizondo, Bañuelas, Isasi-Diaz, Espín, Salinas, y otros) han estado subrayando el carácter mestizo de la población y por consiguiente del quehacer teológico. Así va resolviéndose la ceguera racial-cultural que adolecían elaboraciones de la fe.
A la vez, conviene ser cautelosos ante elogios teológicos del mestizaje, porque éste lograría unificar e integrar. En parte es cierto; pero dicho argumento también deja a un lado las diferencias, y es usado para negar la existencia de lo autóctono e indígena. Se pasan por alto tensiones y articulaciones complejas (por lo cual no es adecuado entender el mestizaje como síntesis). En América Latina el “pueblo de Dios” es pluricultural; no predomina una síntesis mestiza; más bien, cada porción del pueblo de Dios explicita su particularidad y lleva a cabo su comunión con quienes son diferentes.
Al interior de la iglesia hay varias posturas. Prefiero el reconocimiento de formas cristianas que conjugan elementos -en lo simbólico, ritual y ético- que continúan siendo distintos, y que se complementan unos a otros. En este sentido uno aprecia el catolicismo popular, y también las inculturaciones de carácter evangélico y pentecostal.
Ahora bien, la reflexión oficial exalta la vivencia católica del pueblo, y le atribuye un caracter mestizo y unificador. Esta postura en parte fue incorporada en el documento de la Conferencia de Puebla (# 412: el “sustrato católico” es constitutivo del ser latinoamericano y le otorga “unidad espiritual”). Otro punto de vista es registrado por la Conferencia de Santo Domingo; ella habla de modos indígenas, afroamericanos, mestizos, y de cada pueblo que incultura la fe cristiana (# 243-251). En cuanto a nuestra temática, Santo Domingo anota que en la cultura mestiza “esta muy vigente la religiosidad popular como forma inculturada del catolicismo”, y añade que la Iglesia “desarrolla la conciencia del mestizaje... de grandes mayorías... pues esta vinculado con la inculturación del Evangelio” (# 247, 250).
A mi parecer, revalorizar el catolicismo mestizo no es un asunto sólo intra-religioso. Más bien, la evangelización en las culturas va de la mano con afianzar derechos de poblaciones mestizas. Al optar por poblaciones frágiles y discriminadas a causa de sus “mezclas”, la Iglesia se pone una vez más al servicio de la Vida que es polifacética, y son apoyadas las reivindicaciones humanas y espirituales de la gran mayoria de la población.
4- Lo oscuro conduce la acción
En términos gruesos, las mayorías en nuestros países tienen un comportamiento policromático y complejo. En parte entrelazan sus formas culturales y también sus expresiones religiosas, a veces las contraponen, o bien las hacen paralelas, o bien subordinan una a la otra. En ciertas coyunturas hay mucho roce e intolerancia en torno a costumbres y creencias. Personas que se sienten desarraigadas intentan sobrevivir por una vía etnocéntrica y hostil hacia lo diferente. Estas circunstancias dificultan el dialogo entre culturas y entre religiones.
En términos gruesos, las mayorías en nuestros países tienen un comportamiento policromático y complejo. En parte entrelazan sus formas culturales y también sus expresiones religiosas, a veces las contraponen, o bien las hacen paralelas, o bien subordinan una a la otra. En ciertas coyunturas hay mucho roce e intolerancia en torno a costumbres y creencias. Personas que se sienten desarraigadas intentan sobrevivir por una vía etnocéntrica y hostil hacia lo diferente. Estas circunstancias dificultan el dialogo entre culturas y entre religiones.
En nuestro continente, asediado por el mercado transnacional, se lucha para tener espacios y proyectos propios. Esto incluye la interacción entre nuestras propias energías socioculturales y religiosas. En este sentido plural y complejo vale (a mi entender) la reivindicación “latinoamericanista”. Hoy -como anota lúcidamente Martín Hopenhayn- se habla “menos de mestizaje y más de diferencias” (HOPENHAYN, 2005:22). Es más o menos fácil reconocer las diferencias; y es más arduo asumir los entrecruzamientos en las identidades y creencias.
A mí mismo y a otras personas hago la pregunta ¿qué implica reconocerse como mestizo? Más allá de la retórica ¿asumimos entrecruzamientos que nos enriquecen? ¡Algo, pero no mucho!
La riquísima compilación de estudios locales y regionales, con el sugerente titulo de Revisitando Chile, considera el mestizaje en general (partes I y III), aunque ello no es explicitado como tal en los aportes regionales y locales (parte II). Por otra parte hay que considerar aspectos históricos como lo hacen Sonia Pinto, Ricardo Trumper, Maximiliano Salinas. El ensayo de Hopenhayn incentiva un replanteamiento del mestizaje al iniciarse un siglo XXI posmoderno. En cuanto a terminología, puede hablarse de “mestización” y “amestizarse”, de intercambios y a la vez de diferencias entre modos de vivir. Lamentablemente el término “mestizaje” suele estar limitado a lo racial y a asuntos del pasado.
Reconocerse mestizo es obstaculizado porque lo nacional y latinoamericano es tratado de modo uniforme. No es fácil el reconocimiento de uno mismo en relación con otro/otra que por ser diferente me enriquece. Además, existen cuestiones silenciadas debido al androcentrismo y a la intolerancia racial. En medio de tantos obstáculos, vale reconocer que “el lado no blanco, ese lado que percibimos como nocturno, ilumina y conduce nuestras acciones” (MONTECINO, 2005:659). Aunque la sociedad absolutiza lo blanco, cuando uno siente y actúa cada día como mestizo (aunque uno no se auto-defina como tal), lo oscuro paradojalmente va iluminando el caminar.
Reconocerse mestizo es obstaculizado porque lo nacional y latinoamericano es tratado de modo uniforme. No es fácil el reconocimiento de uno mismo en relación con otro/otra que por ser diferente me enriquece. Además, existen cuestiones silenciadas debido al androcentrismo y a la intolerancia racial. En medio de tantos obstáculos, vale reconocer que “el lado no blanco, ese lado que percibimos como nocturno, ilumina y conduce nuestras acciones” (MONTECINO, 2005:659). Aunque la sociedad absolutiza lo blanco, cuando uno siente y actúa cada día como mestizo (aunque uno no se auto-defina como tal), lo oscuro paradojalmente va iluminando el caminar.
Voy terminando. Los mestizajes se desenvuelven en procesos históricos. No es una “esencia mestiza”, ni es una mezcla fisiológica de razas. En términos positivos, es como un tejido multicolor, que es configurado por condiciones históricas. Es algo interiorizado y disfrutado de manera cotidiana. Por ejemplo, en la alimentación que combina diversas realidades, como los componentes en tamales, empanadas, salteñas. Así también lo manifiestan las flexibles músicas y danzas de carácter mestizo.
He subrayado (sumándome a tantos que sueñan y generan vida) la realidad mestiza al interior de América Latina, donde hay plurales identidades que se entrecruzan. Entiendo el mestizaje como procesos que conllevan articulación entre diferentes elementos que estan a favor de la Vida. Es admirable la creatividad de pueblos mestizos, que avanzan por rutas propias, y que permiten que lo oscuro ilumine las acciones.
BIBLIOGRAFÍA: BAÑUELAS, ARTURO (ed.), (1955). Mestizo Christianity, Maryknoll: Orbis.DE LA CRUZ, SOR JUANA INES, (1996). Obras Completas, Mejico: Porrúa.ELIZONDO, VIRGILIO, (1975). Christianity and Culture, San Antonio: MAC.ELIZONDO, VIRGILIO, (1988). The future is mestizo, Bloomington: Meyer.ESPIN, ORLANDO, (1997). The faith of the people, Maryknoll: Orbis.HOPENHAYN, MARTÍN, (2005). America Latina, desigual y descentrada, Buenos Aires: Norma.IRARRAZAVAL, DIEGO, “Sincretismo indígena, negro, mestizo, en la religión mariana”, Paginas, 1992, 116:77-98 /Lima, CEP. IRARRAZAVAL, DIEGO, “La cuestión intercultural”, Paginas, 2002, 177:74-83/Lima, CEP. ISASI-DIAZ, ANA MARIA, (1993). En la lucha, elaborating a mujercita theology, Minneapolis: Fortress.MONTECINO, SONIA, (2005). “Mestizaje”, en R. Salas (coord.), Pensamiento crítico latinoamericano, II, Santiago: UCSH..MORANDE, PEDRO, (1984). Cultura y modernizacion en America Latina, Santiago: PUC.PINTO, SONIA (ed.), (1990). Familia, matrimonio y mestizaje en Chile colonial, Santiago.QUEZADA, J. (comp.), (2004). Gabriela Mistral: Pensando a Chile, Santiago: Cuadernos Bicentenario.RIBEIRO, DARCY, (1969). Las Americas y la Civilizacion, Buenos Aires.ROIG, ARTURO, (1981). Teoria y critica del pensamiento latinoamericano, México: FCE. SALINAS, MAXIMILIANO, (2000). Gracias a Dios que comí. El cristianismo en Iberoamerica y el Caribe, siglos XV-XX, México: Dabar.SALINAS, MAXIMILIANO, (2000). En el cielo estan trillando, para una historia de las creencias populares en Chile e Iberoamerica, Santiago: Universidad de Santiago.SCANNONE, JUAN CARLOS, (1990). Evangelizacion, cultura y teologia, Buenos Aires: Guadalupe.TRIGO, PEDRO, (2004), La cultura del barrio, Caracas: Centro Gumilla. TRUMPER, RICARDO, (1986). Mestizaje como resistencia: hacia una teoria de la transición en la historia de Chile, Santiago.USLAR PIETRI, ARTURO, (1991), La creación del nuevo mundo, Mejico: FCE.VARIOS AUTORES, (2003). Revisitando Chile, identidades, mitos e historias, Santiago: Cuadernos Bicentenario.VASCONCELO, JOSE, (1925). La raza cósmica, Mejico.VERGARA, JORGE, (2000). Cultura y mestizaje www.ensayistas.org/filosofos/argentina/roig/homenaje/vergara
NOTAS:
* Diego Irarrazaval, licenciatura en teologia, profesor adjunto del Instituto de Ciencias Religiosas (Universidad Catolica Silva Henriquez). diegoira@hotmail.com Este ensayo (Mestizaje Latinoamericano) ha sido publicado en la Revista Cuarto Intermedio, La Paz, 81:35-46, 2006. 1- El censo del 2002 ha preguntado: “¿a quien se considera perteneciente?”. Las respuestas: mapuche: 604.349, aymara: 48.501, quechua: 6.175, colla: 3.198, atacameño: 21.015, yamana: 1.685, alacalufe: 2.622, rapa nui: 4.647, ninguno de los anteriores: 14.424.243. 2. A juicio de Jorge Vergara, Cultura y mestizaje, 2000 (www.ensayistas.org/filosofos/argentina/roig/homenaje/vergara) la tesis del mestizaje es funcional a proyectos de integración y afirma la especificidad regional; sin embargo tiende a universalizar lo que es caracteristico de sólo unas realidades del continente. Martín Hopenhayn (América Latina desigual y descentrada, Buenos Aires: Norma, 2005, 130-131) anota que el caduco mito del mestizaje ha sido reciclado por la hibridación, y está a favor de la comunicación “mezclada” en la red (web), que corresponde con nuestros mestizajes y sincretismos. 3. Al releer mis escritos, veo que ponía acento en las diferencias, y casi nada en los mestizajes. Vease “Sincretismo indígena, negro, mestizo, en la religión mariana”, Páginas (Perú), 116 (1992), 77-98, “Misión inculturada e inter-religiosa” en P. Suess (org.), Os confins do mundo no meio de nos, Sao Paulo: Paulinas, 2000, 75-96, “La cuestión intercultural”, Páginas 177 (2002), 74-83.
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