Brasil: la belleza del mestizaje
El país suramericano es un adelanto de lo que va a ser el futuro de todos nosotros
Hace algún tiempo, los responsables del censo en Brasil pidieron a la
gente que describiera el color de su piel. Los brasileños llegaron a
sugerir 134 términos distintos; entre ellos, alva-rosada (blanca con reflejos rosados), branca-sardenta (blanca con manchas marrones), café-com-leite (café con leche), morena-canelada (canela), polaca, quase-negra
(casi negra) y tostada. Esta forma poética y desenfadada de describirse
a sí mismos refleja una realidad que el visitante puede ver con sus
propios ojos, sobre todo en las zonas más pobres de las grandes ciudades
del país. En la Ciudad de Dios, una zona de viviendas protegidas para
pobres a las afueras de Río de Janeiro (y escenario de la película del
mismo nombre), he visto todos los colores y variedades posibles de
rasgos faciales, a veces en la misma familia. Alba Zaluar, una
distinguida antropóloga que lleva años trabajando entre los habitantes
de la Ciudad de Dios, me contó que ellos mismos se hacen bromas entre
sí: "Tú, blanquito", "tú, marroncito", etcétera. Y esos rasgos, con su
mezcla y su diversidad, son a menudo muy hermosos.
Brasil es un
país en el que la gente ensalza la riqueza del mestizaje como un
atributo nacional, y de esa forma da un significado positivo a lo que,
en origen, era un nombre ofensivo e inadecuado nacido en Norteamérica.
Pero también tiene un lado oscuro. La imagen de democracia racial
que tiene Brasil de sí mismo se remite a principios del siglo XX, época
en la que contrastaba con un Estados Unidos aún dominado por la
segregación racial. Pero la realidad sigue siendo, todavía hoy, que la
mayoría de los que no son blancos está en peor situación económica,
social y educativa que la mayoría de los que sí lo son. Y esa
desigualdad se debe, en parte, a la discriminación racial.
Llegué a
Brasil dispuesto a hacer preguntas sobre la pobreza, la exclusión
social y las desigualdades; a los pocos minutos, mis interlocutores
estaban hablando de raza. Ha ocurrido sin cesar, incluso en una
conversación con el admirable ex presidente del país Fernando Henrique
Cardoso. En unas memorias llenas de vida, El presidente accidental de Brasil,
Cardoso recuerda sus investigaciones cuando era un joven sociólogo que
trabajaba en las favelas. Aunque deja constancia de la inmensa mezcla de
razas, la conclusión a la que llegó entonces fue que "en términos
generales, en Brasil, ser negro era ser pobre".
Para ocuparse de
este problema, su Gobierno puso en marcha programas de discriminación
positiva, que con el presidente Lula se han extendido aún más. Hoy,
muchas universidades tienen cupos reservados para aspirantes que
proceden de los colegios públicos y para negros. Los de los negros son
objeto de feroces controversias. En primer lugar, existen objeciones de
principio. Maria-Tereza Moreira de Jesús, una poeta y escritora negra,
lo ha explicado, según he podido leer, como sigue: "El racismo existe,
desde cómo te tratan en una tienda hasta cómo te entrevistan para un
trabajo, pero basar el acceso en la raza es otra forma de racismo". Un
rapero negro al que conocí en una favela de São Paulo, MC Magus, me dijo
que las cuotas le parecían una mala idea. "Todos somos iguales",
explicó.
Existe asimismo una dificultad práctica: en una sociedad
tan mezclada y multicolor, ¿cómo se decide quién es negro? El problema
se vio de manera muy gráfica con el caso reciente de dos gemelos
idénticos, Alex y Alan Teixeira da Cunha, que solicitaron plaza en la
Universidad de Brasilia y se acogieron al programa de cuotas. Alan fue
aceptado por ser negro, Alex fue rechazado por no serlo. La Universidad
de Brasilia cuenta con una comisión que decide la raza basándose en
fotografías de los candidatos y en fenotipos como el cabello, el color
de la piel y los rasgos faciales. La persona que me lo contó era judía.
"Se puede usted imaginar lo que me parece todo esto", dijo.
Afrodescendientes
Algunos de los movimientos negros del país, muy activos, prefieren el término afrodescendientes.
Pero un estudio científico reciente sobre ADN mitocóndrico y nuclear
muestra que más del 85% de la población -incluidas decenas de millones
de brasileños que se consideran blancos- tiene una aportación africana
de más del 10% en su genoma (los primeros colonos portugueses no solían
ir acompañados de sus esposas).
Quizá habría que volver a la
definición tradicional que dan los brasileños de sí mismos. Las cifras
recientes del Instituto Oficial de Geografía y Estadística indican que
aproximadamente el 50% de los brasileños se clasifican como "blancos";
un poco más del 40%, como "marrones"; algo más del 6%, como "negros", y
menos del 1%, como "amarillos" (es decir, de origen asiático, sobre todo
japonés) o "indígenas" (son traducciones directas de las cinco
categorías que se ofrecen). En un gesto lleno de audacia, los
representantes de los movimientos negros, algunos apoyados por
fundaciones norteamericanas, han propuesto que toda la población no
blanca se clasifique como negra. Así sería todo más sencillo: blanco y
negro.
Cupos de admisión
Otros claman,
horrorizados, que eso equivaldría a importar lo peor de la clasificación
racial de tipo estadounidense y negar el mestizaje característico de
Brasil. Si es verdaderamente necesario que existan cupos de admisión en
función del color -algo que los tribunales de EE UU acaban de declarar
discriminatorio-, por lo menos, que se inspiren en el método brasileño
tradicional de identificación. Antes, la gente solía inclinarse hacia la
parte más clara del espectro, sobre todo a medida que se iba
enriqueciendo ("el dinero blanquea", dice con ironía un sociólogo). Si
las cuotas pueden servir para que ahora unos cuantos prefieran ser
negros, pues muy bien. Después de tantos siglos en los que tenía muchas
más ventajas ser blanco -la esclavitud no se abolió en Brasil hasta
1888-, tiene cierto sentido que se marquen los naipes para favorecer al
otro lado. Y si eso supone que una chica a la que la mayoría
consideraría blanca va a intentar entrar en la Universidad alegando que
es negra, no tengo más que desearle buena suerte.
Dado que no soy
brasileño, no soy quién para adjudicar la victoria en este debate.
Comprendo los poderosos argumentos contra las cuotas basadas en el
color; también comprendo la dura realidad heredada de la discriminación,
que es preciso resolver. Lo decidirán los propios brasileños. Pero me
gustaría decir, con toda sinceridad, que confío en que Brasil esté cada
vez más cerca de hacer realidad su viejo mito de la democracia racial,
y no retroceda a unos estereotipos raciales anacrónicos ni a convertir
unas identidades complejas en un solo atributo. Porque lo que he
descubierto en Brasil es un adelanto de lo que va a ser el futuro de
todos nosotros, en un mundo en el que los pueblos estarán cada vez más
mezclados.
Soy consciente, claro está, de que corro peligro de parecer un forastero rico y blanco -más que blanco, alva-rosada,
sobre todo después de 15 días bajo el sol brasileño- que se aventura en
las favelas durante unos días y exclama: "¡Qué bellos son todos!". Yo
mismo podría escribir la sátira correspondiente. Pero no tengo más
remedio que decirlo: lo que he vislumbrado en Brasil, incluso en medio
de la pobreza y la violencia de la Ciudad de Dios, es la belleza del
mestizaje. He aprendido a ensalzarlo siguiendo el ejemplo de los propios
brasileños. Y esa mezcla es precisamente lo que ha contribuido a que
estén entre los seres humanos más hermosos del planeta. Lo que aquí se
anuncia -pero insisto: si, y sólo si, Brasil es capaz de corregir sus
espantosos desequilibrios sociales y económicos y un legado de
discriminación- es la posibilidad de un mundo en el que el color de la
piel no sea más que un atributo físico, sin más, como el color de los
ojos o la forma de la nariz, y que uno pueda admirarlo, mencionarlo o
hacer un chiste sobre él. Un mundo en el que la única raza importante
sea la raza humana.
Traducción de M. L. Rodríguez Tapia
http://www.elpais.com
Qué bonito artículo. Pero le falta la referencia completa en APA. Así como está, no tengo cómo llegar al original.
ResponderEliminarmuy interesante, el tema es bastante entretenido!
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